Reflexiones sobre un país en crisis: Sentimientos o Lógica: ¿un latido del cerebro o un impulso del corazón?

20 de agosto, 2013 1
El ser humano es como un gran rompecabezas donde cada pieza ocupa su lugar. La lógica es lógica y la ilógica también tiene su lógica aunque... [+ info]
El ser humano es como un gran rompecabezas donde cada... [+ info]

Prologo: Al igual que a otros miembros de inbestia las circunstancias me han persuadido a dejar aparcado un artículo que estoy preparando para publicar otro en su lugar, inspirado en una conversación que he tenido recientemente. 

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Nuestras circunstancias y percepciones crean nuestra propia realidad que, a la postre, moldea la realidad que nos rodea. Aunque a veces nos perdemos en los números e intentamos buscar explicaciones racionales y matemáticas a los movimientos o valoraciones en bolsa (yo soy de los primeros en entonar el mea culpa) no olvidemos nuestra esencia humana donde el factor psicológico juega un papel protagonista en este Gran Juego que es tanto la bolsa como la economía.

Me van a perdonar que, en esta ocasión, centre mi atención y este ejercicio dialéctico en aspectos más psicológicos, algunos lo tildarán de escaso valor económico o financiero, sin embargo, lo considero uno de los elementos fundamentales para completar el puzle que es el gran cuadro en el que nos desenvolvemos cada día y cada hora de nuestra vida. Nos movemos entre dos mundos: el mundo de la lógica y el mundo de los sentimientos; y tan malo es sobrestimar cualquiera de los dos como subestimarlos.


Esto es un negocio 

Al mundo de los negocios fácilmente se le podría aplicar el eslogan, "ni soy un santo ni soy un demonio". Los negocios buscan la rentabilidad y, salvo en el caso de organizaciones no lucrativas, todas persiguen el mismo fin. Esto no significa que no devuelvan parte de lo que reciben de la sociedad a través de la llamada "Responsabilidad Social Corporativa". Sí, muchas de ellas participan de actividades con fines sociales e incluso lideran proyectos que podrían ser considerados como beneficiosos para la comunidad donde desarrollan su negocio. Y algunos dirán que estas actividades se rentabilizan a través de campañas de publicidad (mejora de imagen) pero no olvidemos que no en pocos casos esta serie de acciones reciben el respaldo de su accionariado en base a criterios que se encuentran más allá de los criterios económico. Bueno, no seamos ilusos, también desgrava o al menos antes lo hacía. No obstante, repito que el fin es la rentabilidad y, por tanto, una merma en los resultados viene acompañada de merma en las acciones como es lógico. Desde luego, no podemos esperar un suicidio con objeto de mantener a flote a sus acreedores


Relaciones de largo plazo

Es curioso como entienden los emprendedores/empresarios americanos, al menos los de Sillicon Valley, el concepto de relaciones en los negocios y del apoyo mutuo. Cuando te vas a establecer en Estados Unidos te facilitan sus contactos con una filosofía de "hoy por ti y mañana por mí". De hecho, esta estrategia de colaboración y competencia al mismo tiempo ha resultado ser ganadora a tenor de los beneficios cosechados. Los clusters, se idearon con la filosofía de "la unión hace la fuerza" y colaboración/competencia . No obstante, opino que el concepto de colaboración e intercambio no han sido suficientemente desarrollados en este país. Un conjunto de empresas cercanas  geográficamente pero alejadas de facto no constituyen una ventaja significativa en relación con su potencial. Creo que zonas comunes de encuentro, como una cafetería o comedor común, y una actitud menos retraída podría llevarnos más lejos. Las relaciones de largo plazo es algo que los buenos comerciales entienden perfectamente. Según esta filosofía no se trata de venderte el artículo que no necesitas y que no se adapta a tus necesidades sacrificando en el camino una fructífera relación a largo plazo a cambio de una jugosa comisión a corto; por el contrario, se trata de cubrir tus necesidades y lograr una relación de confianza que a largo plazo va a rentabilizarse mejor. Los bancos, en muchos casos, han cometido errores imperdonables en este sentido durante años y no sólo en los últimos 13 años comercializando productos en los que sus clientes perdían mucho dinero sin entender muy bien el cómo ni el porqué. Y no me refiero a las preferentes para las que sería discutible en ciertos casos si los tenedores sabían lo que compraban (muchos se han apuntado al carro de "yo no sabía" o "creía") como discutible sería por qué sólo se revisan estos casos y no otros tan flagrantes como éstos. Claro, la presión mediática y popular. Me refiero a la comercialización de productos complejos (interés sujeto a revalorizaciones de una cartera de 6 acciones), me refiero a fondos que creían fijos y se convierten en variables, me refiero a venta de acciones de Bankia con información de discutible veracidad e incompleta, me refiero a comisiones que aparecen como por arte de magia. Pero los criterios aquí son bastante mas laxos porque no hay la suficiente masa crítica pública para forzar una respuesta. 

Puede que parezca que mi propósito es criticar a los bancos. No es así. Sólo quiero mostrar cierto grado de ecuanimidad para que no se diga que defiendo ciertas prácticas ilícitas cuando afirme lo que a muchos no gustará. O sea, las hipotecas son productos cuyo  riesgo todos entendemos, excluyendo condiciones muy concretas, por lo que el argumento de "yo no sabía" o "yo no quería" para cualquier adulto mayor de 18 años no es válido. Tampoco me parece válido el argumento de "es que el banco me ofrecía más dinero" porque por esa regla de tres yo no sería responsable de prácticamente ninguna compra. Abusos los hay pero éste no es uno de ellos.


Cabeza de turco

No olvidemos que fuimos nosotros los que compramos el producto que los bancos nos ofrecían , en este caso la hipoteca. Por mucho que ellos insistieran en que pidiésemos más dinero somos mayores de edad, lo que significa que debemos responder por nuestros actos y decisiones. A nadie se le ocurriría volver a la tienda donde hemos adquirido un nuevo frigorífico de última generación e increpar al vendedor un año más tarde para que nos devolviesen el dinero haciéndole responsable de haber adquirido nosotros un electrodoméstico que estaba muy por encima de nuestro poder adquisitivo. Las situaciones varían con el tiempo y aquel chollo de intereses en el entorno del IPC y revalorizaciones extraordinarias de los pisos por las cuales comentábamos con amigos, familia y conocidos la magnifica decisión que habíamos tomado al adquirir un piso que no nos podíamos permitir por un precio desorbitado ha pasado a la historia.

Hay una frase que escuché una vez y que me parece que se puede encontrar, en este caso, en el fondo del asunto, "a los que más mentimos es a nosotros mismos porque en caso contrario no podríamos soportarnos". Reconocer que somos responsables de nuestra situación de endeudamiento en lugar de culpar al banco por ofrecernos más dinero para la hipoteca sería demasiado doloroso y, en muchos casos, si no adoptamos una actitud positiva para resolver la situación podría provocar que aflorase un gran sentimiento de culpa. ¡Qué no se me entienda mal! Entiendo que lo mejor para el banco y para el hipotecado es ser lo suficientemente flexibles para sobrellevar la situación, llegar a un acuerdo y no perder ninguno de los dos. En algunos casos será viable y en otros no. Cuando sea viable habrá que hacer lo posible para lograr el acuerdo ya que puede que estén juntos mucho tiempo y no interesa enturbiar la relación. Y entiendo también que la mayor parte de las veces que escucho a una madre que critica a los bancos este sentimiento nace de la frustración de ver al hijo o hija afrontar con dificultades o no hacerlo en absoluto el pago de la hipoteca. Pero eso no hace que el argumento que he expuesto deje de ser válido.


¡Salvese quién pueda!

La filosofía del "sálvese quién pueda" lleva a las personas a mostrar ese instinto de supervivencia que deja a un lado cualquier otra consideración. Pero pensemos que no reconocer y analizar los hechos con la distancia suficiente supone tropezar una otra vez en la misma piedra. Los excesos se pagan y hace tiempo que aprendí a no cenar demasiado en Navidades con el fin de evitar los empachos y sus consecuencias. No quisiera dejar este artículo cojo de la responsabilidad que los Gobiernos e instituciones tienen en esta situación al llevarnos a un pseudo-rescate que ya estamos pagando todos, menos las Administraciones Públicas, con los impuestos. ¿Acaso no fueron ellos los que dirigían las cajas de ahorros que han quebrado? ¿Acaso no eran criterios políticos en lugar de económicos los que guiaban sus actos? Pero es mas rentable políticamente desviar la atención hacia los bancos señalando a banqueros en lugar de a sí mismos por los pecados cometidos. ¡Esa técnica la conocemos desde parvulitos! ¡Así va el país! Cuando eres político deberías pensar en lo mejor para el país que diriges en lugar de lo mejor para tu partido o para ti ya que el interés público, que no del público, trasciende al interés particular.

Nuestra realidad actual es consecuencia de nuestro pasado y a todos nos interesa recuperar la confianza pero la confianza nace del respeto mutuo y, por el momento, éste no ha hecho acto de presencia. Quizás, mañana, a la luz de un nuevo día donde el trabajo vuelva a inundar los hogares del vil metal y una alegría perdida desaparezcan los problemas de endeudamiento que atenazan los hogares y, con ello, vuelva a colocarse el primer ladrillo que permita cimentar de nuevo una solida relación entre banca, política y la gente, siempre y cuando aprendamos que el engaño o el autoengaño no es el camino más apropiado y entendamos las motivaciones de cada una de las partes.



Desgraciadamente, situaciones de extrema necesidad ocurren todos los días en todo el mundo. Afortunadamente, aquí disponemos de una amplia red social (la familia) que está mitigando muchas situaciones dolorosas. Por el bien de todos, espero y deseo que pronto vaya mejorando la situación y que la pérdida de un piso, si es el caso, se convierta en el único peaje a pagar para atravesar esta tormenta llamada crisis.

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